Calaveras, el tutorial.

Creo que a estas galletas les puse un nombre tan largo, Two Chocolate Halloween Skulls Cookie Pops, por el tiempo tan corto que tardé en hacerlas.

La única dificultad es conseguir el molde, es éste, de Wilton. Nosotras compramos dos, uno para cada una, en La casita dulce de las flores y no nos costaron ni tres euros.  Os presento la mesa de mi terraza pequeña, la mesa de la grande es una vieja conocida de todos.

Para las calaveras necesitamos un buen chocolate blanco y que bajen un poco las temperaturas. Lo derretimos y lo ponemos en el molde, tapamos el molde con papel film y a la nevera. En un ratito están listas, basta con darle la vuelta al molde y poner la mano debajo para que no se golpeen contra la encimera y se descascarillen, ejem.  Una vez desmoldadas las envolví en papel film para aislarlas de la humedad, las metí en una fiambrera hermética y vuelta a la nevera a la espera de las galletas. No hay fotos del proceso, porque Málaga está en el trópico y las temperaturas sobrepasan con creces los treinta grados, aunque estemos a punto de entrar oficialmente en el otoño.

Las galletas son de chocolate, receta de Lilaloa y añadiendo un poco de colorante negro.

Estiramos la masa a 1cm de grosor, nos ayudamos con una brocheta, que es más fina y puntiaguda, para abrir un agujero, y a continuación introducimos el palito, también de wilton, en la galleta.

Horneamos unos 12 minutos y dejamos que enfríen.

Derretimos un poco de chocolate y lo colocamos sobre la galleta.

Colocamos una de las partes de la calavera y a la nevera. Esperamos, en mi caso poco, le damos la vuelta y buscamos algo apto para el uso alimentario donde apoyar las galletas y repetimos, pegote de chocolate y a la nevera. La flor también la pegué con chocolate.

¡Listo! ¡Más fácil imposible!

Y nuestra queridísima chica calavera, que todavía no se la ha comido nadie, porque me da pena.

Un beso, Miriam G.

Paseo con la negra flor

Soy de ese tipo de personas que se obsesiona con las canciones. Y las escucha una y otra vez hasta que las agota. Algunas son inagotables, ejemplo, Paseo con la negra flor.

Recuerdo cantar hasta la extenuación de mis padres “eran tres alpinos que volvían de la guerra ría cataplán que volvían de la guerra”, tendría 4 años.  Y después de ésa muchas más, todas las de «091» y Lapido, casi todas las de «Los enemigos», muchas de «Radio futura», y una selección de los más variopintas del panorama musical independiente desde los 80 para acá. Y hablando de los ochenta os dejo ésta, una de las últimas en entrar en la lista. Si tenéis mi edad, la letra al menos os hará sonreír.

He dicho que me obsesiono con las canciones, no es exacto, me obsesiono con todo. Con las flores también. Yo quería una flor de glasa, sencilla, no muy grande,  fácil, muy fácil de hacer y sobre todo, que pareciese una flor. No os voy a aburrir con los detalles de mi búsqueda, vamos directamente a la solución, boquilla 224 de wilton, después de muchas pruebas con drop flowers tips me quedo con ésta. Es facilísima de usar y cuando se adquiere un poquitín de práctica se hacen unas doscientas flores por hora, ratio nada desdeñable.

El método es sencillo, se pone un papel de horno sobre una superficie lisa, yo lo divido en 4 para trabajar con comodidad, en cada cuarto tenemos espacio para unas 64 flores.  Se apoya la boquilla, se aprieta y se gira. Lo más importante es no precipitarse en levantar la boquilla porque arrastraremos la flor.

La glasa tiene que ser densa, después de varios experimentos  he llegado a estas proporciones para los ingredientes: 80 ml de agua, 2 cucharadas y media de albúmina deshidratada o polvo de merengue y 500 gramos de azúcar glas.

Esperamos a que se sequen y les ponemos el puntito central.

Pensareis «y esta tía porqué las hace negra,s con lo mal que saben». Uno, por la canción y dos ,porque si le añadimos a la glasa negra aroma de violetas, sabe a … ¡caramelos de violetas!

Bien, seguimos. Cubrimos las galletas con glasa rosa y esperamos a que se seque. Y llega el momento de colocar las flores. Os recomiendo un pincel para aplicar una capa plana de glasa, si lo hacemos con la manga y la boquilla, le ponemos a las flores pequeñas esferas de engañoso volumen que al presionarlas se expandirán y saldrán fuera de sus  límites y harán un poco  feo.

Sólo con las flores las galletas ya están decoradas, no necesitan más.

Pero creo que a la negra flor le gustarían un poco más… ¡salvajes!

Y aquí mi última adquisición.

Un beso, Miriam G.

¿Quién le pone el cascabel al gato?

Hoy nos toca hablar un poco de masa de galletas coloreada, y de cómo hornearla para que no se nos tuesten los bordes, ni se nos apaguen los colores en el horno (¡qué paradoja!).

Pero antes de meternos en harina, vamos a meternos en cacao en polvo. ¿Os acordáis de la maravillosa receta de Lilaloa que publicamos hace unos días? Pues bien, agregándole un poquito de colorante negro, en nuestro caso Extra Black de Sugar flair, obtenemos un negro intensísimo. Con Halloween tan cerca, se nos abre un mundo de posibilidades. Ya lo dijo Picasso “Los grandes artistas copian, los genios roban”. Y como me enamoré de su gato negro, tuve que hacer los míos propios.

Volvamos a la masa coloreada. Queremos obtener galletas como ésta:

Para ello utilizaremos esta receta, sustituyendo el aroma de violetas, por extracto de vainilla, yo he usado en esta ocasión extracto natural de vainilla de Dr. OETKER, porque es bastante clarito. Nos interesa que la masa sea lo más blanca posible para que acepte mejor los colores.

Una vez que tenemos preparada la masa y antes de enfriarla la separamos en tantos trozos como colores queramos utilizar, tres en mi caso, el cuarto trocito, el negro es el de chocolate, de donde salieron los lindos gatitos.

Vamos añadiendo colorante y amasando hasta uniformizar el tono, envolvemos en papel transparente y al frigorífico. Estiramos, cortamos, volvemos a enfriar y llega el momento de la verdad, el horno. Si queremos colores brillantes y que las orejas de los gatos no se pongan parduscas tenemos que estar muy atentas. El momento de sacarla las galletas es la primera vez que dudemos si deberíamos sacarlas o no, si no lo hacemos en ese momento ya será demasiado tarde. Las sacamos, las dejamos enfriar un poco y otra vez al horno caliente pero apagado y ¡tachán! Eso es todo.

Mi propósito inicial era hacer galletas de Halloween, calabazas, murciélagos, lápidas, telas de araña, pero me atraparon los gatos y no pude hacer nada más. Gatos grandes, pequeños, gatos-galletas.

Todo lo que necesitamos para hacer estos gatos es:

Los cascabeles son transfers, gotitas de glasa cubiertas de brillantina comestible.

Cuando terminé de hacer gatos coordinados, aun disponía de un trocito de masa verde, y estamos ya tan cerca de Navidad… Estás galletas son sencillísimas de decorar, si podemos llamar decorar a añadir un poco de brillantina, y os puedo asegurar que las Navidades pasadas arrasaron.

Un beso,

Miriam G.

¿Quién le pone el cascabel al gato?

Hoy nos toca hablar un poco de masa de galletas coloreada, y de cómo hornearla para que no se nos tuesten los bordes, ni se nos apaguen los colores en el horno (¡qué paradoja!).

Pero antes de meternos en harina, vamos a meternos en cacao en polvo. ¿Os acordáis de la maravillosa receta de Lilaloa que publicamos hace unos días? Pues bien, agregándole un poquito de colorante negro, en nuestro caso Extra Black de Sugar flair obtenemos un negro intensísimo. Con Halloween tan cerca, se nos abre un mundo de posibilidades. Ya lo dijo Picasso “Los grandes artistas copian, los genios roban”. Y como me enamoré de su gato negro, tuve que hacer los míos propios.

Volvamos a la masa coloreada. Queremos obtener galletas como esta:

Para ello utilizaremos esta receta, sustituyendo el aroma de violetas, por extracto de vainilla, yo he usado en esta ocasión extracto natural de vainilla de Dr. OETKER, porque es bastante clarito. Nos interesa que la masa sea lo más blanca posible para que acepte mejor los colores.

Una vez que tenemos preparada la masa y antes de enfriarla la separamos en tantos trozos como colores queramos utilizar, tres en mi caso, el cuarto trocito, el negro es el de chocolate, de donde salieron los lindos gatitos.

Vamos añadiendo colorante y amasando hasta uniformizar el tono, envolvemos en papel transparente y al frigorífico. Estiramos, cortamos, volvemos a enfriar y llega el momento de la verdad, el horno. Si queremos colores brillantes y que las orejas de los gatos no se pongan parduscas tenemos que estar muy atentas. El momento de sacarla las galletas es la primera vez que dudemos si deberíamos sacarlas o no, si no lo hacemos en ese momento ya será demasiado tarde. Las sacamos las dejamos enfriar un poco y otra vez al horno caliente pero apagado y ¡tachán! Eso es todo.

Mi propósito inicial era hacer galletas de Halloween, calabazas, murciélagos, lápidas, telas de araña, pero me atraparon los gatos y no pude hacer nada más.

Gatos grandes, pequeños, gatos-galletas.

Todo lo que necesitamos para hacer estos gatos es:

Los cascabeles son transfers, gotitas de glasa cubiertas de brillantina comestible.

Cuando terminé de hacer gatos coordinados, aun disponía de un trocito de masa verde, y estamos ya tan cerca de Navidad… Estás galletas son sencillísimas de decorar, si podemos llamar decorar a añadir un poco de brillantina, y os puedo asegurar que las Navidades pasadas arrasaron.

Galletas de violetas, la receta.

Se tarda exactamente lo mismo en preparar una receta despacio que deprisa. Pero si lo hacemos deprisa manchamos más y nos sale peor. Yo siempre pongo todos los ingredientes en unos  cuenquecitos de IKEA, como hacen en los programas de Canal Cocina, parece a priori que da más trabajo, pero lo ahorra.

Preparar la masa de galletas tiene una ventaja importante respecto a la decoración de las mismas, cuando los niños ayudan, ayudan, porque te hacen el trabajo mucho más divertido, no ocurre lo mismo cuando se lanzan manga pastelera en mano sobre ti con el grito de guerra «¡Mami ayuda! ¡Mami ayuda!»

Hasta no hace mucho usábamos otra receta, muy parecida, porque todas lo son, pero no ésta. Pero tras una conversación en el Rincón de Bea, me propuse mejorar la receta. Y tras varias pruebas el resultado es éste:

Esta receta es la misma que uso sustituyendo el aroma de violetas por vainilla cuando hago galletas. Pero quiero aclarar que esta es así de blanca por varios motivos:

    – El toque de vainilla, sólo necesita eso, un toque de vainilla, se lo aporta el azúcar vainillado que como todo sabéis es de color blanco.
    – Sólo lleva un huevo.
    – El aroma de violetas es transparente
    – Porque está horneada en dos fases.
    – Y porque he tomado la fotografía con la luz adecuada, con otra luz sería más dorada, como se ve en esta foto:

      Aclarado esto  volvamos a los cuenquecitos y veamos qué necesitamos poner en cada uno de ellos.

      –          Entre 150 y 175  gramos de azúcar glas.  150 si le vamos poner mucha glasa por encima. Y 175 si no le vamos a poner mucha.  Mucha gente añade harina, para conseguir que las galletas no se deformen en el horno, pero resultan más secas y harinosas, claro. Rebajar el azúcar consigue el mismo efecto y no perjudica el sabor, ni la textura, es más, equilibra la galleta.

      –          400 gramos de harina de repostería de una marca que sea bastante blanca. Bien tamizadita.

      –          225 gramos de mantequilla a temperatura ambiente. Esto es una barra menos un trocito. Por algún extraño motivo no hay forma de cuadrar la receta si le echamos la barra entera.

      –          Un par cucharaditas de azúcar vainillado.

      –          Una cucharadita de sal.

      –          Una cucharadita de aroma de violetas.

      Yo preparo la masa con la thermo, pero si alguien quiere regalarme una Kitchen Aid, la acepto y reescribo esta entrada.

      Pongo la mantequilla, el azúcar, la sal, el azúcar vainillado en el vaso y mezclo, sólo mezclar para no añadir aire a los ingredientes.  Añado el huevo y el aroma de violetas y vuelto a mezclar. Cuando tengo una especie de crema uniforme, añado la harina en dos o tres veces. Saco del vaso y amaso un rato.

      Y aunque siempre tengo la tentación de hacerlo, no estiro la masa, la meto en la nevera y espero a que este fría y la estiro después, con gran esfuerzo, entre dos hojas de papel de horno. Y vuelta a la nevera. Pasadas al menos 4 o 5 horas corto las galletas y a la nevera otro rato.

      Enciendo el horno, lo pongo a 200 grados, espero 10 minutos, lo bajo a 190, meto las galletas, bien separadas y no demasiado cerca de los bordes de la bandeja.  Las horneo unos 7 minutos, las saco justo antes de que los bordes empiecen a dorarse. Y repito la operación con todas las galletas.

      Hasta aquí todo normal, hemos conseguido un montón de galletas muy blancas y para que engañarnos, un poco crudas, para las fotos muy bien, pero para comérselas, no tanto.

      Apagamos el horno, esperamos un poco, y metemos todas las galletas,  en dos bandejas,  ya no importa que estén cerca las unas de las otras. El horno, repito caliente, pero apagado. Las dejamos dentro unos 20 minutos.

      ¡Y voila! ¡MAGIA! Se ponen crujientitas pero siguen blancas, moradas, naranjas o verdes…

      No os voy a engañar, no es fácil obtener buenos resultados a la primera, hay que conocer muy bien tu horno y estar muy pendiente de él.

      En la próxima entrada os daré algún consejo más para obtener colores rutilantes para vuestras galletas.

      Un beso,

      Miriam G.