Miriam al aparato. Desde viernes 30 de marzo al domingo 1 de abril, escuché esta canción, y no exagero, 60 ó 70 veces… Y, cuando no la escuchaba, la tatareaba:
«Aún no sé cómo vine a parar a este cruce de caminos
tan lejos de cualquier destino
tan cerca de ningún lugar.
Aún no sé qué me trajo hasta aquí,
sólo intento averiguar
a dónde cae el precipicio, por dónde viene el temporal”
Una forma como otra cualquiera de repetirme, “Miriam para qué te metes, para qué te metes”. Siempre había querido salir en la tele, ése era mi sueño, un sueño tonto, pero es que todos lo son, que te toque la primitiva, irte a vivir a Costa Rica, que Lapido te escriba una canción, salir en la tele, ¡qué más da! Los sueños no nacen, y mucho menos se alimentan, para ser vividos. Las cosas por las que trabajamos para que sucedan se llaman proyectos.
El día que le dije a Estíbaliz, vamos a apuntarnos al concurso de blogueros cocineros, lo hice con una gran sonrisa y ninguna esperanza. Me equivoqué: ¡Quedamos (como siempre) las segundas!
Por eso sufrí tanto el pasado fin de semana mientras esperaba, porque no quería salir en la tele, y sé que cuando me vea voy a morir horrorizada. Para terminar de contradecirme, tengo una pena muy grande porque se ha terminado:¡Nos lo pasamos tan bien grabando el programa! ¡Hemos conocido a una gente tan maravillosa! Por mí lo repetimos: ¡Ojalá volviese a ser lunes 2 de abril! Ojalá siguiera en la puerta de La casita dulce de las flores esperando a Isabel, Jaime, Moisés y Luís… ¡Muchísimas gracias chicos!
No voy a contaros mucho más, sólo que por más que me esforcé en ningún momento conseguí mirar a la cámara correcta. Que me ha alegrado saber que hay otros como yo, otros para los que siempre todo está mal, que quieren hacerlo todo perfecto. Y que si me hacen una pregunta ¡soy incapaz de contestarla utilizándola dentro de la respuesta! La traca final llegó cuando después de 10 preguntas, donde en cada una de las cuales Isabel pacientemente me volvía a recordar que tenía que responder usando dentro de la respuesta la pregunta que me iba haciendo y que yo volvía a olvidarme por décima vez. Por fin llegamos a ésta:
-Isabel: “¿Cuál es tú bebida favorita?”
-Yo: “El gin-tonic”
Isabel se me queda mirando inquisitivamente. El resto del equipo permanece expectante. Noto los ojos de Estíbaliz clavados en mí esperando a que continúe. Mucha electricidad estática. Ya está, caigo, quieren que aclare mi respuesta. ¡Cómo no me he dado cuenta! Así que añado: “Ginebra con tónica”. Alguien dice un “Corten, corten” seguido de un “Noooooooooooooooo, ¡tienes que decir que “mi bebida favorita es el gin-tonic! ¡Sabemos lo que es!”
Estíbaliz al aparato. Llegó el día, parecía que nunca iba a ocurrir. Un equipo de Canal Cocina llegó a Málaga… ¡para grabarnos y salir por la tele! Por favor, ¿alguien puede pellizcarme porque todavía no me lo creo? Han sido dos días intensísimos, donde hemos disfrutado de cada momento, de cada toma, de cada tropiezo, de cada metedura de pata, de cada anécdota. Hemos conocido a 4 magníficos profesionales, todos maravillosos: Isabel, Jaime, Moisés y Luis. Grandísimos profesionales, porque para aguantarnos a Miriam y a mí con una sonrisa en la boca hay que serlo y mucho.
Tuvimos que explicar dos recetas. Empezaba Miriam, menos mal. Estuve observándola en un monitor que tenían conectado a lo que en ese mismo momento estaba siendo recogido por las cámaras. No os podéis imaginar lo bien que se desenvolvió todo el tiempo, se comía la cámara. Parecía que llevaba toda la vida haciendo programas de televisión. Se la vio muy segura y lo explicó todo paso a paso, a diferencia de quien os escribe, a la que se le trabó la lengua y el cerebro durante toda la grabación. Cuando ella terminó, me llegó el turno. Miriam había puesto el listón muy muy muy alto. ¡Qué presión!. Menos mal que a mí me tocaba hacerlo sentada y me escondí todo lo que pude. Farfullé unas cuantas frases bastante ininteligibles y escondí la cabeza como un avestruz, poniendo como excusa que me era imposible mirar a cámara porque no podía quitar la vista de la galleta para no fastidiar el diseño con glasa. Salí más o menos airosa del trance y pude respirar porque ya habíamos pasado lo peor.
Como ha contado Miriam, la anécdota del gintonic fue antológica. Cada vez que me acuerdo, me parto de risa.
Al día siguiente tocó rodar los exteriores y en Málaga, la capital de la Costa del Sol, amaneció lloviendo. De los 365 días del año, tuvo que ponerse a llover precisamente ese día. Un gran problema, porque después de décadas viviendo en ella, nos dimos cuenta de que en Málaga no hay sitios al aire libre (que tengan un interés cultural) que estén protegidos de la lluvia. Menos mal que a mi hermana Genoveva se le ocurrió que podíamos ir al Pasaje de Chinitas que tiene una pequeña bóveda al principio y que nos salvó la vida. Afortunadamente, el día anterior pudimos grabar desde la impresionante terraza de la casa de Miriam teniendo a nuestras espaldas unas vistas increíbles de Málaga (sin lluvia). La otra localización la hicimos en la terraza del antiguo Málaga Palacio, convertido ahora en un renovado AC. Tuvimos de fondo la catedral de Málaga, todo un lujo. Empezamos las pruebas a eso de las 11:55, chispeaba un poco, pero apenas se notaba. Ya estábamos listos e Isabel empezó con la última tanda de preguntas. De pronto Moisés, el realizador, levanta la cabeza de su cámara. «¿Qué es eso?». ¡Era el reloj de la catedral! ¡Son las 12! La peor situación de todas y además las campanadas sonaban muuuy lentamente. Estábamos tentando la suerte porque apenas llovía y nos la estábamos jugando. Menos mal que al final la lluvia no fue a más. ¡Terminamos! ¡Uf, por fin, qué palizón!
Durante estos dos días hemos podido ver cómo se colocan los micrófonos, la iluminación y las cámaras. También hemos aprendido que unas veces hay que mirar a la cámara, otras veces a la otra y otras veces, a ninguna de ellas. Tuvimos que sincronizarnos mientras andábamos o bien mientras hablábamos. Tuvimos que interpretar un poco (ya sé que nunca podré ser actriz). Hemos sido muy afortunadas porque hemos disfrutado cada momento de nuestro premio, gracias a que ha sido un placer trabajar con el equipo de Canal Cocina.
Un beso,
Miriam y Estíbaliz