La experiencia es la madre de la ciencia. Lo decimos porque durante el tiempo que llevamos usando la albúmina como ingrediente base de la glasa de nuestras galletas, nuestro Departamento de calidad (ya sabéis a quién me refiero) la ha estado sometiendo a duras pruebas. Condujo una apisonadora por encima de una capa de glasa, la lanzó desde la torre de un campanario, hizo que un martillo neumático la golpeara 5000 veces, le echó ácido sulfúrico y la sometió a la prueba más dura de todas: la aplastó implacablemente con su dedo índice. Cuando la glasa superó la prueba más temida de todas (la del dedito) dio por terminadas las pruebas y emitió su certificado de calidad.
Así que aquí tenéis las proporciones infalibles para hacer una glasa que al secarse no se convierte en polvo si se aprieta un poco y queda dura como una roca (hombre, dentro de un límite, claro, espero que no os hayáis creido lo de la apisonadora, jajajaja) . Allá van:
– 2 cucharadas (tablespoons) y media de albúmina.
– 70 gr de agua, o sea, 70 ml. de agua. En estos 70 ml de líquido irá el chorrito de aroma que más nos guste
– 500 gr de azúcar glas, no vale cualquiera, tiene que ser de tipo icing sugar.
Ya podemos comenzar con la elaboración
Paso 1. Mezclar los ingredientes secos. Para ello mezclamos (a mano o con el robot de cocina) el azúcar con las 2 cucharadas y media de albúmina.
Si usamos un robot de cocina lo ponemos a velocidad media durante un minuto
Paso 2. Incorporamos el agua a los ingredientes secos
Paso 3. Mezclamos durante 3 minutos a la velocidad más lenta que nos permita nuestro robot de cocina, paramos para bajar el azúcar que se haya podido quedar atrás y mezclamos durante otros 3 minutos más
Esta glasa está lista para usar por ejemplo, para hacer el borde de la impresión comestible sin que se deforme una micra. Si la queréis para otras decoraciones, le vais añadiendo agua poco a poco y, cuando seque, quedará una glasa de una calidad inmejorable.
Un beso,
EstíbalizLa experiencia es la madre de la ciencia. Lo decimos porque durante el tiempo que llevamos usando la albúmina como ingrediente base de la glasa de nuestras galletas, nuestro Departamento de calidad (ya sabéis a quién me refiero) la ha estado sometiendo a duras pruebas. Condujo una apisonadora por encima de una capa de glasa, la lanzó desde la torre de un campanario, hizo que un martillo neumático la golpeara 5000 veces, le echó ácido sulfúrico y la sometió a la prueba más dura de todas: la aplastó implacablemente con su dedo índice. Cuando la glasa superó la prueba más temida de todas (la del dedito) dio por terminadas las pruebas y emitió su certificado de calidad.
Así que aquí tenéis las proporciones infalibles para hacer una glasa que al secarse no se convierte en polvo si se aprieta un poco y queda dura como una roca (hombre, dentro de un límite, claro, espero que no os hayáis creido lo de la apisonadora, jajajaja) . Allá van:
– 2 cucharadas (tablespoons) y media de albúmina. Quienes no tengan cucharas medidoras pueden poner 15 gr. de albúmina (Sí, Miriam G., lo he pesado con la báscula digital, para que no sufras)
– 80 gr de agua, o sea, 80 ml. de agua
– 500 gr de azúcar glas
– ¼ Cucharadita (teaspoon) de cremor tártaro
– Un chorrito del aroma que queramos
Elaboración:
Quien no tenga prisa puede hidratar la albúmina con el agua la noche anterior, o bien puede mezclarla en la Thermomix junto con el cremor tártaro y el aroma a velocidad máxima durante 3 minutos.
Bajamos lo que se haya quedado pegado en las paredes y añadimos el azúcar glas. Mezclamos en velocidad cuchara durante dos minutos.
Ponemos la mariposa y batimos a velocidad cuchara, durante 6 minutos.
Esta glasa está lista para usar por ejemplo, para hacer el borde de la impresión comestible sin que se deforme una micra. Si la queréis para otras decoraciones, le vais añadiendo agua poco a poco y, cuando seque, quedará una glasa de una calidad inmejorable.
Un beso,
Miriam y Estíbaliz