Lo más asombroso de estas galletas es su sabor. Saben a rosas. Sí, justo como te imaginas que sabe una rosa. Y aunque a priori el sabor a rosa pueda inquietar un poco, las galletas resultan deliciosas.
Vamos a empezar con la masa.
– 100 gramos de azúcar glas.
– 50 gramos de pasta de rosas.
– 400 gramos de harina de repostería de una marca que sea bastante blanca. Bien tamizadita.
– 225 gramos de mantequilla a temperatura ambiente. Esto es una barra menos un trocito.
– Un par cucharaditas de un buen extracto de vainilla. Si estamos usando pasta natural de rosas no vamos a escatimar con la vainilla.
– Una cucharadita de sal.
– Un huevo pequeño, ecológico o de corral.
He utilizado esta pasta de rosa, y antes de que me preguntéis os diré que la compre en My Lovely Food-Online Fresh Shop. Ni idea de qué cantidad debía usar y en el bote no ponía nada, así que me la jugué, y por una vez acerté.
Yo preparo la masa de las galletas con la thermo. Pongo la mantequilla, la pasta de rosas, el azúcar y la sal en el vaso y mezclo, sólo mezclar para no añadir aire a los ingredientes. Añado el huevo y la vainilla y vuelvo a mezclar. Cuando tengo una especie de crema uniforme, añado la harina en dos o tres veces. Saco del vaso y amaso un rato.
No estiro la masa, la meto en la nevera y espero a que este fría y la estiro después, entre dos hojas de papel de horno. Y vuelta a la nevera. Pasadas al menos 4 o 5 horas corto las galletas y a la nevera otro rato.
Enciendo el horno, lo pongo a 200 grados, espero 10 minutos, lo bajo a 190, en este caso a 180, meto las galletas, bien separadas y no demasiado cerca de los bordes de la bandeja. Las horneo unos 7 minutos, las saco justo antes de que los bordes empiecen a dorarse. Y repito la operación con todas las galletas.
Hasta aquí todo normal, hemos conseguido un montón de galletas rositas y, para que engañarnos, un poco crudas, para las fotos muy bien, pero para comérselas, no tanto.
Apagamos el horno, esperamos un poco, y metemos todas las galletas, en dos bandejas, ya no importa que estén cerca las unas de las otras. El horno, repito caliente, pero apagado. Las dejamos dentro unos 20 minutos, esta vez tuve que dejarlas un rato más…
Vamos a por la glasa. La receta es ésta. Pero hemos añadido un ingrediente… Agua natural de… ¡Rosas!
He utilizado este agua de rosas, y antes de que me preguntéis os diré que la compré en My Lovely Food-Online Fresh Shop.
Ni idea de cuánto echar… Pero esta vez tuve más suerte y el frasco venía con una indicación: 30 gr por kilo. Y como usamos medio kilo, pues la mitad 15 ml de agua de rosas y hasta 80, 65 ml de agua mineral para hidratar la glasa. El sabor que se consigue es simplemente espectacular.
Con unas galletas y una glasa así, había que lucirse.
Pero repito el sabor es lo espectacular de estas galletas, así que para no despistarnos con el aspecto se me ocurrió también hacer unos simples pétalos.
Es sencillo, buscad, y seguro que encontrareis una flor grande entre vuestros cortadores, con un cuchillo bien afilado y la masa fría separad los pétalos, echadles un poquito de glasa… No queda ni uno… Volaron y no precisamente porque se los llevase el viento que ha soplado hoy.
Y para terminar, la solución al mini juego: Variaciones sin repetición de 4 elementos tomados de dos en dos.
Un beso,
Miriam G.