Por fin es junio, ¡qué alegría! Una de las cosas que a las madres más satisfacciones nos da, y mira que solemos tener miles de motivos de regocijo, son las fiestas de fin de curso. Y no, no estoy hablando del día de la función cuando esa señora mayor rubia (de bote) intenta levantarte de tu asiento para sentar a su hija, que no es solo la tía, no, sino la madrina de la bailarina de rocky. “Pues no, señora. Mire, no me levanto, que para eso he llegado aquí a las cuatro.” Me refiero a otros momentos inolvidables: “¿Que tengo que coser cuántas tiras de lentejuelas en dónde?” “En una falda de tul.” O a ésos en los que tu hija sale del cole gritando: “Mami, mami, como ya estoy en tercero este año solo actuamos para nuestros compañeros». Y muy muy bajito y hacia dentro gritas: “¡Bien!” Y a continuación escuchas: “Pero voy vestida de payaso, el profe dice que solo me compres la nariz.” Y respondes: ”Perfecto, el chándal del cole y una nariz de payaso, si quieres hasta te compro una peluca.” Y en ese momento tu hija de nueve años rompe a llorar dolorosamente delante de las madres de todas sus compañeras, y para arreglarlo dices: ”Bueno cariño, vamos a Carrasquilla y te compro el traje de payaso más bonito que haya.” Y entonces llora todavía más fuerte: “No mamá, no mamá, no entiendes nada, tenemos que ir vestidos de payaso con la ropa que tengamos por casa.” Y yo no sé en la vuestra, pero en la mía, ropa de payaso, NO HAY. Así que, tras tres tardes colgando y descolgando perchas, lo hemos solucionado con otra falda de tul, última tendencia por lo visto, unas mallas negras, unas zapatillas fosforito -gracias Dios por haberme devuelto este año los ochenta- y una camiseta mía con “pintarrajos de colorines”. “Sí, hija sí, pero los pintarrajos son de Custo, así que haz el favor de devolvérmela en el mismo estado en que te la presto.”
Cuando por fin has conseguido coser las 15 tiras de lentejuelas, y armar un disfraz de payaso con ropa de diario te sientas delante del ordenador y abres el Adobe premiere para ponerte a editar los últimos vídeos del Taller de galletas avanzadas, y a lo lejos escuchas: “Mi seño ya sabe que mami le va a hacer unas galletas preciosas, y a tu profe no.”
Y preciosas no sé, pero galletas había que hacer. Así que ahora sabéis por qué el taller se pospone hasta septiembre, causas de fuerza mayor.
Para hacer un tangram necesitáis varias cosas:
– Plantilla, hay millones en internet listas para descargar
– Papel de horno para calcar la plantilla
– Pequeño rallador
– Un cuchillo bien afilado o un trozo largo y recto de cortador de galleta. Yo tenía una corbata gigantesca, y digo tenía porque la corté con unos alicates y ahora tengo un cortador de galletas que corta líneas rectas.
Lo primero que tenemos que decidir es el tamaño del tangram. Y eso es fácil, tiene que ser un poco más pequeño que la caja cuadrada de la que dispongamos.
Después cortamos las distintas piezas y horneamos. Si son piezas grandes, como es el caso, irremediablemente se deformarán en el horno, y para eso tenemos, el super mini rallador.
Sí, me he dado cuenta, no es ninguna pieza del tangram, es una galleta de nuestro proyecto en curso.
Y como las tres, Candela, María y yo, queríamos decorar los tangram, evidentemente hicimos dos, y no me apetecía mucho llenar miles de mangas, María Jesús Navarro conoce el motivo, lo decoramos sólo con cuchillitos infantiles. La primera capa era glasa muy líquida:
Y la segunda, que pusimos al día siguiente, una capa muy densa para conseguir el efecto madera raspando con el cuchillito.
Aprovechamos para desearos feliz verano. Pero no penséis que os libráis tan pronto de nosotras, no señor, que hasta agosto estaremos torturándoos con nuestras entradas.
Finally it’s June, great! One of the most satisfying things for us moms, (and you know we do have thousands of reasons for rejoicing), are the end of the year parties. And no, I’m not talking about the actual day of the show, when that blonde lady (fake, of course) tries to make you get up from your seat to sit her daughter, who is not just the auntie, no, but also the godmother of the rock dancer. ‘Sorry but no lady, I will not get up as I was here at four’. I talk about those unforgettable moments: ‘Do I have to sew how many sequin strips, where?’ ‘On a tulle skirt’. Or those in which your daughter leaves school shouting out loud ‘Mom, mom, as I am already in third grade this year we will only perform for our schoolmates’. And with a very very low voice and almost to yourself you shout: ‘Great’! And immediately you hear: ‘but I have to dress as a clown, the teacher says you just have to buy me the nose’. You answer: ‘Perfect, a school trackie and a clown nose, if you want to I can even buy you a wig’. And in that very moment, your nine year old daughter starts to cry inconsolably in front of all her schoolmates’ mothers, and then to try and fix it you say: ‘Well sweetie, let’s go to Carrasquilla and I will get you the most beautiful clown costume they have’. And then she cries even louder: ‘No mom, no mom, you don’t understand a single thing, we have to dress as clowns but with the clothes we have at home’. And I don’t know about yours, but in mine, we do NOT have any clown-like clothes. So, after spending three afternoons taking coat hangers in and out of the wardrobes, we solved the problem with another tulle skirt, very trendy these days apparently, black leggings, shocking fluor slippers (thank God for bringing back the eighties this year), and one of my t-shirts full of ‘colourful daubs’. ‘Yes, darling, yes, but those are Custo daubs, so please bring the t-shirt back in the same condition as I lend it to you’
And after you’ve finally managed to sew the 15 sequin strips and to assemble a clown costume with everyday clothes, you sit in front of the computer, open Adobe Premiere to start editing the last videos for the advanced cookie workshop, and hear in the distance: ‘My teacher already knows that mummy is going to make some beautiful cookies for her, and not for your teacher’
Beautiful, I don’t know about that, but cookies, they had to be made. So now you know why the workshop is postponed until September, event of force majeure.
In order to make a tangram you need several things:
-A template, there are millions on the Internet, ready to download
-Parchment paper to copy the template
-A small grater
– A sharped knife or a long and straight cookie cutter. I had a huge tie cutter, and I say had because I cut it with some pliers and now I have a cookie cutter that cuts straight lines.
The first thing we have to decide is the tangram size. And that’s easy; it has to be a little bit smaller than the square box we will pack it in.
Then, we cut the different pieces and bake them. If they are big, as this is the case, they will go out of shape in the oven inevitably, and that’s what we have the super mini grater for.
Yes, I’ve noticed, it’s not a tangram piece; it’s a cookie for our ongoing project.
And as the three of us, Candela, María and I, wanted to decorate the tangrams, (obviously we made two) and I didn’t feel like filling thousands of pastry bags (María Jesús Navarro knows the reason why), we decorated them only with children knives. For the first layer I used very thin royal icing:
And for the second one, which we applied the next day, we used a very dense icing to get the wood grain effect scraping with the little knife.
And with this post, we want to take the opportunity to wish you all a happy summer. But don’t think you will get rid of us so quickly, nope; we’ll be here torturing you with our blog posts until August.
A big fat kiss, Miriam G.
PS: Once again, thank you Gloria!