Respuesta: Inés, 2 años. Ella y su hermano, que actuó como cómplice.
Hace unos días se me antojó hacer unos ositos panda con corazones. Como no tengo Kopykake ni pulso, tuve que apañarme haciéndolos con transfers. A mí me pasa como a Miriam, tengo 4 «trabajos», por las mañanas el que me sirve para pagar la hipoteca, por las tardes, noches, sábados y festivos, madre y ama de casa. El resto del tiempo, si queda algo, hago galletas y claro, tardo mucho en decorarlas: hoy echo el perfil de los ositos, mañana los relleno, al otro los corazones y al otro los pego en las galletas. Inconveniente: están mucho tiempo a la vista y al alcance de los niños, al revés que los medicamentos. En una de las veces que dejé mi bandeja de transfers secándose plácidamente llegó sigilosamente la exterminadora de osos panda y les dio fin. Toda una tragedia. Así quedaron los pobres:
Y encima, la culpable no tuvo ningún problema en reconocerlo:
Bueno, a hacerlos de nuevo. Esta vez me los meteré en… quiero decir, los pondré más alto todavía. Pero no contaba con que iba a entrar otro actor en escena: el hermano, un niño bastante tranquilo pero con alguna que otra idea «brillante»… Como por ejemplo, soplar el disco dust de mis transfers de los corazones y dejarlo pegado en los azulejos de la cocina:
Después de tanto sobresalto por fin consigo terminar los transfers. Ahora ya sólo me quedaba la parte más fácil que era pegarlos en las galletas. Me asaltó una duda: ¿sobre glasa seca o directamente en la capa de glasa húmeda? mmmm… Sobre la glasa húmeda, me dije, y así me ahorro tener que ir pegándolas con glasa aplicándola con un pincel como hacemos habitualmente. Por cierto, aquí podéis ver un tutorial que tenemos acerca de cómo hacer transfers. Ya me las prometía muy felices cuando de nuevo sobrevino otra tragedia: ¿y ahora qué les ha pasado a los pandas? ¡¡Se les ha corrido el color!! ¡No puede ser, no puede ser!
Sí, puede ser. No contaba con los efectos de la capilaridad. La capa lisa de la galleta estaba húmeda y el transfer, ya seco, absorbió lentamente la humedad que le llegaba desde abajo. Resultado: colores corridos y nuevo berrinche.
A repetirlos. Ya empiezo a odiar San Valentín. ¿Quién me manda a mí meterme en estos «fregaos»?. Aparto los pensamientos negativos de mi cabeza, reúno el poco ánimo que me queda y al fin los termino. Ha merecido la pena y he aprendido mucho:
Otra recompensa fue ver cómo devoraba la brujilla de mi niña uno de los «sitos»:
Un beso,
Estíbaliz