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Esta entrada es, llamémoslo así, una entrada repetida. Porque este verano publicamos nuestra receta para la masa de galletas, eso sí, un poco camuflada bajo el título Galletas de violeta la receta http://www.mensajeenunagalleta.com/2011/08/galletas-de-violetas-la-receta/
Pero dado que las condiciones ambientales han cambiado, os vamos a contar cómo hacemos las galletas en invierno, pero la receta es la misma, y la elaboración algo más sencilla.
Lo dije y lo repito, se tarda exactamente lo mismo en preparar una receta despacio que deprisa. Pero si lo hacemos deprisa manchamos más y nos sale peor. Yo siempre pongo todos los ingredientes en unos cuenquecitos de IKEA, como hacen en los programas de Canal Cocina, parece a priori que da más trabajo, pero lo ahorra. Volvamos a los cuenquecitos y veamos qué necesitamos poner en cada uno de ellos:
– Entre 150 y 175 gramos de azúcar glas. 150 si le vamos poner mucha glasa por encima. Y 175 si no le vamos a poner mucha. Mucha gente añade harina, para conseguir que las galletas no se deformen en el horno, pero resultan más secas y harinosas. Rebajar el azúcar consigue el mismo efecto y no perjudica el sabor, ni la textura, es más, equilibra la galleta.
– 400 gramos de harina de repostería de una marca que sea bastante blanca. Bien tamizadita.
– 225 gramos de mantequilla a temperatura ambiente. Esto es una barra menos un trocito. Por algún extraño motivo no hay forma de cuadrar la receta si le echamos la barra entera.
– 1 huevo pequeño, ecológico o de corral. (MEUG siempre usa huevos cuya numeración empieza por cero o por uno)
– Un par cucharaditas de azúcar vainillado.
– Una cucharadita de sal.
– Una cucharadita de un buen extracto de vainilla.
Yo preparo la masa con la thermo, pongo la mantequilla, el azúcar, la sal, el azúcar vainillado en el vaso y mezclo, sólo mezclar para no añadir aire a los ingredientes. Añado el huevo y la vainilla y vuelto a mezclar. Cuando tengo una especie de crema de textura uniforme, añado la harina en dos o tres veces. Saco del vaso y amaso un rato. Sí, amaso un rato, hasta que noto que la masa ya está, entonces la dejo reposar. En verano esto no pasa, porque como la temperatura ambiente es alta, la mantequilla de la masa necesita nevera antes de que podamos estirar la masa. En invierno, estiro y enfrío la masa, después corto todas, y las meto en la nevera.
Enciendo el horno, lo pongo a 200 grados, espero 10 minutos, lo bajo a 190, meto las galletas, bien separadas y no demasiado cerca de los bordes de la bandeja. Las horneo unos 7 minutos, las saco justo antes de que los bordes empiecen a dorarse. Y repito la operación con todas las galletas.
Hasta aquí todo normal, hemos conseguido un montón de galletas muy blancas, rojas hoy, y para que engañarnos, un poco crudas, para las fotos muy bien, pero para comérselas, no tanto.
Apagamos el horno, esperamos un poco, y metemos todas las galletas, en dos bandejas, ya no importa que estén cerca las unas de las otras. El horno, repito caliente, pero apagado. Las dejamos dentro unos 20 minutos, a veces más, porque depende del tamaño de la galleta.
¡Y voila! ¡MAGIA! Se ponen crujientitas pero siguen blancas o, como en este caso, de un rojo intensísimo.
Os dejo con estas maravillosísimas galletas que Estíbaliz ha hecho para Mireia, la primera ganadora de los minijuegos de MEUG.
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Un beso, Miriam G.