María, mi hija pequeña, no es muy amiga de las galletas decoradas, se come las galletas antes de ponerles nada por encima y si no la vigilase muy de cerca se comería la masa cruda. Pero a pesar de no gustarle la glasa, siempre está dispuesta a apropiarse de una flor, de un coche, o de una oveja, de la más bonita que haya sobre la mesa. Le pega dos mordisquitos y el resto acaba hecho migas y repartido por toda la casa. En mi lucha contra las migas se me ocurrió la idea de decorar las galletas con la mínima cantidad de glasa posible. Las violetas de la foto realmente llevaban dos gotas de glasa, los naipes de este tutorial, una gota más. La técnica aplicada es la misma para una y otras.
Vamos a hornear galletas con forma de naipe, necesitamos un cortador con forma de naipe… ¡horror, no tenemos! No importa, fabricarse uno es realmente sencillo. Sólo es necesario comprar un transatlántico. Una vez comprado, comprobaremos que en los camarotes hay una especie de pieza metálica que sujeta una bandeja para colocar el jabón junto al lavabo. Si lo desmontamos, ya tenemos nuestro cortador. ¡Y si el barco es grande tendremos centenares de ellos! Es broma, sólo quería asegurarme de que seguíais leyendo, porque mirar sólo las fotos es una tentación. Necesitamos, ahora en serio, un naipe, vale una carta de Bob Esponja como la de la foto, un trozo de plástico rígido (de uso alimentario), un lápiz y unas tijeras. Marcamos el contorno, recortamos, lavamos muy bien el plástico y listo.
Para cortar la masa, apoyamos el plástico y por todo el borde pasamos un cuchillo muy fino, la masa tiene que estar fría para que no se nos venga abajo. Si mientras cortamos los naipes notamos que se nos han calentado un poco, los metemos unos minutos en la nevera. Ahora necesitamos algún cortador pequeño con forma de corazón.
Con la masa de las galletas bien fría procedemos al vaciado de los corazones. Y volvemos a meter la bandeja en el frigorífico. Si se calienta, no sólo perderá la forma, sino que embadurnará a los corazones rojos y no tendremos un perfil definido.
Sacamos nuestra masa roja, yo la he teñido usando primero el red no taste de Wilton que, como su nombre indica, no modifica el sabor de la galleta pero, en honor a la verdad, tampoco la deja muy roja, y cuando veo que ya sólo necesito un empujoncito para subir a rojo rojo utilizo el red red de Americolor.
Con la masa muy fría, recorto los corazones que necesito y alguno más por si acaso, y meto de nuevo los corazones en la nevera.
Cuando, tanto los naipes como los corazones, están fríos hacemos el montaje y ya está listo. Hemos terminado, o casi.
Horneamos unos 10 minutos a 175 grados y dejamos enfriar sobre una rejilla.
Cuando la galletas están bien frías, a mí me gusta decorar por lo menos un día después, les ponemos con glasa una A al as, un 2 al dos, un 3 al tres, un 4 y un 5 según corresponda y terminamos con esos corazoncitos tan monos de la baraja francesa situados debajo del número que indican el palo.
Como todas sabéis un corazón no son más que dos lágrimas. Karen de Karen’s Cookies lo explica aquí estupendamente: http://www.karenscookies.net/Piping-Teardrops-Hearts_ep_61-1.html. Dibujar letras y números ya no es tan sencillo, yo todavía necesito unas 400 horas más de práctica. Me ayudó mucho leer a Bridget de Bake at 350: http://bakeat350.blogspot.com/2011/02/how-to-pipe-letters-with-royal-icing.html.
Y esto es todo. Bueno, una cosa más, con la masa roja que me sobró hicimos cochecitos y los decoramos entre Candela (7 años) y yo, nos lo pasamos bomba. Creo que nos quedaron estupendos a pesar de parecerse bastante a unos cruasanes.
Un beso, Miriam G.